– Mamá, dice un joven a su madre, estoy enamorado.
– ¡Ay, Dios mío!, espero que se trate de una persona de nuestra categoría social.
– ¡No, mamá!
– ¡Por Dios!, ¿no será la asistenta?
– No.
– ¡Espero que no se trate de la institutriz!
– Tampoco.
– ¿De quien ha sido?
– Del jardinero…
– ¿El jardinero?, ni lo sueñes, que es mi preferido.