Un hombre en un estado realmente lastimoso y con una cara muy triste se encuentra con un viejo amigo suyo en la calle.
– Pero Pepe ¿qué te ha pasado ? ¿Has tenido un accidente ? Estas que da pena verte.
– Pues mira… es que soy alcohólico… y cuando llego a casa borracho mi mujer me pega. Además, mis vecinos ya conocen la historia, y se ríen de mí; mis amigos no me quieren hablar, y mis hijos se avergüenzan de mí, así que cada vez bebo más, y la cosa está cada vez peor, no sé qué hacer.
– Ah, pues me alegro de haberte encontrado, porque conozco la solución. Lo que tienes que hacer cuando tu mujer te pegue es bajar la persiana para que tus vecinos no vean lo que está pasando, y gritar como si fueses tú quien la pegases a ella, y de esta manera todo el mundo te volverá a respetar.
– Oye, que buen amigo eres, a pesar de los años que han pasado. Vamos a celebrar este encuentro tomando unas copas.
Total, que esa misma noche llega a su casa con un ciego increíble, batiendo su récord. Apenas ha entrado en el piso, su mujer empieza a gritarle, pero él ya esta preparado.
– ¡Borracho ! ¡ Qué vergüenza ! ¡Otra vez !
– ¡Calla, so guarra! ¿Qué te has creído? Que me puedes insultar en mi casa, ¿o qué? ¡Cierra tu asquerosa boca!
En esto que va corriendo a cerrar la persiana y la mujer, que está más cabreada que de costumbre, se acerca a él, y cuando está al lado de la ventana le pega una bofetada tan gorda que lo tira a través del marco, atravesando la persiana y el cristal de la ventana. Pero el marido, pensando en lo que le ha dicho su amigo, grita mientras va cayendo a la calle:
– ¡Y ahora me voy de copas con mis amigos!