Sus pies hacen que la gente baile. Con ellos, la música que pincha el DJ francés Pascal Kleiman ha bañado discotecas de España y Europa y hasta un desierto israelí.
Nacido en Toulouse en 1968 y vecino de Valencia desde 1993, este productor y empresario autodidacta creció sin brazos por culpa de la talidomida, un fármaco que causó graves alteraciones congénitas en los 60, pero el cariño familiar y su pasión por la música electrónica le dieron el empuje necesario para valerse por sí mismo.
En esta ciudad vive con su pareja y sus dos hijos y en ella dirige sus dos tiendas de moda y música; pincha todo el abanico electrónico actual, ha protagonizado un documental premiado con un Goya donde se muestra su ejemplo de superación y reconoce que prefiere la «ruta del bakalao» a las Fallas.
